miércoles, 27 de julio de 2011

Un cuento de amor

Fue un día, la tarde era perfecta, nunca vi algo igual.
De repente ella topó con un chico muy galante, él sonrió y le preguntó ¿Cuál es tu nombre? Ella le dijo su nombre, claro esta y le pregunto el suyo.
Fueron haciéndose grandes amigos, se veían todos los días en un parque y siempre se juntaban en la fuente del parque.
Con el tiempo empezaron a quererse, se volvieron novios y pasó tiempo.
Su amor fue creciendo cada vez mas, era algo que no se podía creer, era un amor tan mágico, puro y verdadero que parecía un sueño.
De repente ella le dijo que se iba ir de viaje con su familia y así fue, pero él esperaba con ansias su regreso.
El día que ella regresaba por fin llegó él. La esperó, pero nunca llegó.
Al otro día, en las noticias salió que una familia se había accidentado y que todos habían muerto.
Cuando el vio que esa noticia era la de la muerte de su novia lloró, se sentía tan solo, perdido sin razón de vivir, ya nada tenia sentido.
Decidió ir al parque en la fuente donde siempre se encontraban y sintió una presencia; de repente, sintió que le tocaron la mano. Se quedó mudo, cuando tiempo después oyó un susurro que decía SIEMPRE TE AMARE, el suspiro sabía que era su amada.
Lloró porque era la mujer que amaba tanto y nunca encontraría otra vez, ese sentimiento que era amor...
“Mi amor por ti es puro y verdadero, tan mágico como el de una historia, que a pesar de la muerte siempre te seguiré amando, eres la persona que me hace suspirar, que cuando te veo mi vida ya tiene razón, que cuando escucho tu voz se prende una luz en mi interior, tu simplemente eres mi gran amor…”

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JESÚS TE DICE ...


No es preciso, hijo mío, saber mucho para agradarme mucho; basta que me ames con fervor. Háblame, pues, aquí sencillamente, como hablarías a tu madre, a tu hermano. ¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súplica cualquiera? Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien el de tus hermanos y amigos; dime en seguida qué quisieras que hiciese actualmente por ellos. Pide mucho, mucho, no vaciles en pedir; me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos, para atender a las necesidades ajenas. Háblame así, con sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado.

Dime por todos una palabra de amigo, palabra entrañable y fervorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón ; y ¿no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón especialmente ama?

¿Traes ahora mismo entre manos algún Proyecto? Cuéntamelo todo minuciosamente. ¿Qué te preocupa? ¿qué piensas? ¿qué deseas? ¿qué quieres que haga por tu hermano, por tu amigo, por tu superior? ¿qué desearías hacer por ellos?

¿Y por Mí? ¿No sientes deseos de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho, y que viven quizás olvidados de Mí?

¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame, alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te hirió? ¿quién lastimó tu amor propio ? ¿quién te ha despreciado? Acércate a mi Corazón, que tiene bálsamo eficaz para curar todas esas heridas. ¿Temes por ventura? ¿Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías, que no por ser infundadas dejan de ser desgarradoras? Échate en brazos de mi providencia. Contigo estoy; aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento te desamparo.

Ahora bien, hijo mío; vuelve a tus ocupaciones habituales, al taller, a la familia, al estudio... ; pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la soledad del santuario. Guarda, en cuanto puedas, silencio, modestia, recogimiento, resignación, caridad con el prójimo. Ama a mi Madre, que lo es también tuya, la Virgen Santísima, y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso, más entregado a mi servicio. En mi Corazón encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos.

jesús

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