dolorosas de los hijos
es ver que se rompe
el matrimonio de sus padres
Una hija de padres divorciados
EL DIVORCIO de los padres de uno puede parecerle a uno el fin del mundo, una catástrofe que traiga sufrimientos que duren toda la vida. Suele inundar a los hijos con emociones como vergüenza, ira, ansiedad, temor de verse abandonados, culpa, depresión y el dolor profundo de la pérdida… hasta un deseo de venganza.
Si tus padres se han divorciado recientemente, puede que tú estés entre los afectados así. Después de todo, lo que nuestro Creador quería era que fueras criado por un padre y una madre. (Efesios 6:1-3.) Pero ahora te falta diariamente uno de tus queridos padres. “Yo apreciaba mucho a mi padre y quería estar con él —dice, lamentándose, Paul, cuyos padres se divorciaron cuando él tenía siete años de edad—. Pero nos pusieron bajo la custodia de mamá.”
El porqué del divorcio
A menudo los padres han ocultado bien sus dificultades. “No recuerdo que mis padres pelearan —dice Lynn, cuyos padres se divorciaron cuando ella era una niña—. Yo creía que se llevaban bien.” Y hasta cuando los padres sí riñen, ¡todavía puede venir como sorpresa el divorcio!
Los padres se hace culpable de infidelidad sexual. Dios sí permite que el cónyuge inocente obtenga un divorcio. (Mateo 19:9.) En otros casos, “ira y gritería y habla injuriosa” han llevado a la violencia, y han hecho que uno de los cónyuges tema por su bienestar físico y el de sus hijos. (Efesios 4:31.)
Es cierto que algunos divorcios se obtienen sin base sólida. En vez de buscar solución a sus problemas, algunos obran egoístamente y se divorcian porque son ‘infelices’ o `ya no están enamorados’. Esto desagrada a Dios, quien “ha odiado un divorciarse”. (Malaquías 2:16.) Jesús también indicó que algunos disolverían sus matrimonios porque sus cónyuges se harían cristianos. (Mateo 10:34-36.)
Cualquiera que sea el caso, el que tus padres hayan decidido permanecer callados o den solamente respuestas vagas a tus preguntas en cuanto al divorcio no significa que no te amen*. Puede que el mismo dolor que sienten les dificulte hablar sobre el divorcio. (Proverbios 24:10.) Puede que también se les haga difícil y embarazoso admitir sus fallas mutuas. (…)
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